Chile ama los recibos. Bueno, realmente no los ama pero están por todas partes. La ley requiere que por cada compra se de un recibo. Esto es así aún si estás gastando un par de pesos en un dulce.
Te encontrarás con esta burocracia de recibos a medida que viajes por el país. Algunos vendedores de pequeños negocios se darán cuenta de que eres un extranjero y no se molestarán en darte el recibo, pero eso es usualmente la excepción y no la regla.
Los típicos recibos chilenos se llaman boletas. Muchos son escritos a mano o con copia de papel de calco que tiene la tienda y hasta un sello de apariencia oficial estampado en el. Las boletas te muestran la cantidad total que pagaste por la mercadería y usualmente una fecha. Muchas veces no hay un registro detallado de qué es lo que exactamente compraste.
Cuando vas a tiendas más grandes, como a un supermercado, tienes la oportunidad de elegir qué tipo de recibo quieres.
Esto puede confundirte porque en las filas de las cajas verás letreros que dicen boleta y en otras que dicen factura.
Como turista, probablemente no necesitas factura. Estas son recibos detallados con una copia de todo lo que has comprado. A no ser que realmente necesites esto para una deducción de impuestos de algún negocio, solo puedes pedir una boleta.
Disfruta el papeleo extra que tendrás en Chile. Piensa en las boletas como recuerdos chilenos. Seguramente coleccionarás múltiples versiones que tienen distintas formas, colores y tamaños.
Foto por Beatrice Murch